En cuanto a temperatura, el otoño, pues, no ha llegado. Yo aún ando en chanclas y camisetas y entre las 12 y las 14 llevo el aire acondicionado en el coche. Pero ya está esa «cosilla» en el ambiente. Te apetece estar más rato en la cama, taparte con una manta en el sofá, usar pijama, tomar bebidas calientes… Para mí, llega además algo insoportable que se instala en mi cabeza en esta época, la nostalgia.
Tengo nostalgia de todo, de lo que hice en el instituto, de lo que hice la semana pasada, de los amigos que no llaman y de los amigos con los que hablé ayer, de la familia que no veo, de mi otra casa, de ser niña, de ser adolescente, de algunos viajes y algunos sitios a los que será difícil volver. Y esto ha explotado hasta tal punto, que cuando hoy he oído en la radio: «son las 11, las 10 en Canarias», he pensado, que suerte los de Canarias, aún en las 10, eso sí que eran buenos tiempos… y ahí es cuando he decidido tomar medidas. Y como soy brutísima, todo lo soluciono haciendo un entrenamiento tan fuerte que me deje k.o. la nostalgia y cualquier cosa. Pero es que siempre acabo sonriendo después de una un buen machaque.
Hay un montón de estudios que afirman que el entrenamiento mejora el estado de ánimo (incluso en otoños falsos), pero vamos que no hace falta tirar de investigación. Yo lo veo cada día con los deportistas que entrenan conmigo. El problema, en la mayoría de los casos, es que con un estado de ánimo bajo, muchas personas no son capaces de dar el paso para ir a entrenar. Ahí es importante la labor del entrenador personal, como decía una chica muy guay a la que entrené: «Eres la voluntad con patas».
Así que si tienes algún amigo «plof por el otoño», sácalo a entrenar y si eres tú… pues llámanos!!
Debe estar conectado para enviar un comentario.